Cinco señales de que estás creciendo como cristiano

¿Alguna vez te has preguntado qué significa hoy crecer en la fe cristiana? Los creyentes de épocas pasadas nutrieron su fe en contextos muy diferentes a los nuestros.
El crecimiento cristiano sigue siendo una experiencia integral de la gracia que proporciona convicciones de fe incluso en medio de los cambiantes desafíos contextuales. El mandato bíblico sigue siendo: “crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 P. 3:18).
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Entonces, ¿Cómo se manifiesta el cumplimiento de esta directiva en la fe cristiana contemporánea?
Existen distintivos actuales de esta creciente relación con el Señor Jesús. Aquí hay 5 señales que, en mi opinión, marcarán la vida del cristiano en crecimiento de hoy.
1. Creciente discernimiento sobre internet
La sabiduría de Proverbios sigue animándonos: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (3:6). El desafío actual es que el atractivo visual electrónico es muy influyente, mientras que los caminos de Dios permanecen intangibles. El colorido internet es ahora el maestro por defecto y los escépticos de la fe cristiana son ruidosos. Sin embargo, una fe cristiana en crecimiento aprenderá a discernir la falsa retórica y a no temer cada vez más a los supuestos argumentos en contra. “Mis ovejas oyen mi voz”, dijo Jesús, “y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). No es que los cristianos en crecimiento de hoy sean ciegamente devotos a Dios mientras ignoran todos los desafíos modernos. Más bien, continúan poseyendo una convicción interna de que Dios permanece fiel y disciernen que el escepticismo en línea está impulsado por la retórica, con prejuicios y sin fundamento. Los cristianos en crecimiento seguirán encontrando que su fe resuena con la declaración de Pedro y los apóstoles, quienes dijeron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).
2. La confianza en Dios permanece singularmente incomparable
A medida que la “confianza en el Señor” aumenta “con todo tu corazón” (Prov. 3:5), la convicción reconocerá que las promesas del Señor siguen siendo singularmente incomparables, incluso frente a las tentadoras propuestas de cambiar la fe por lo tangible. Se ofrecen de manera atractiva mejoras personales sin precedentes, pero los cristianos en crecimiento seguirán experimentando una plenitud interior de la gracia que continúa abordando cada aspecto de la vida contemporánea. Así que, incluso en esta era babilónico-electrónica, los creyentes en crecimiento aún pueden responder fielmente a la pregunta de Jesús a sus discípulos: “¿Quieren acaso irse también ustedes?” ...“Señor, ¿a quién iremos? ...nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:67-69).
3. La gracia y su antídoto personal
Identificar los problemas del mundo está ahora al alcance de la mano de todos. Las alertas de noticias de última hora nos informan constantemente de cómo una cosa u otra ha salido mal. Mientras tanto, en lo profundo del corazón de un cristiano en crecimiento permanece la confianza en la gracia como el antídoto especial para la humanidad. Incluso en este mundo caótico, los cristianos en crecimiento se mantienen firmes en que Jesús puede proporcionar un perdón y una paz que cambian la vida a los arrepentidos, quienes pueden entonces influir en el mundo para el mayor bien de Dios. Para un cristiano en crecimiento, la presentación de la gracia de Dios por Juan el Bautista sigue siendo tan antídoto hoy como lo fue entonces: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).
4. Compasión genuina
La fe cristiana genuina siempre ha mostrado compasión por las dificultades de la humanidad y ha estado dispuesta a “llorar con los que lloran” (Ro. 12:15). En nuestro mundo de problemas inagotables, un cristiano en crecimiento tendrá una mayor conciencia del quebrantamiento de la humanidad y crecerá en el ejercicio de una compasión fructífera. El altruismo seguirá siendo un sello distintivo de los cristianos en crecimiento. Sus actos distintivos de compasión no serán proporcionales al estatus monetario de la persona. Nunca olvidemos la lección atemporal enseñada por Jesús, quien observó cómo la “viuda pobre echó dos blancas” (Lucas 21:3-4). La compasión vendrá del corazón en forma de voluntariado, servicio y donaciones monetarias con un “corazón alegre” (2 Co. 9:7). Sin embargo, ser compasivo no implica una pasividad incondicional. Tampoco sugiere decir a la gente lo que desea oír en aras de la amabilidad y la inclusión.
5. El amor abunda con valentía
El amor genuino por las personas requiere valentía. Jesús dijo: “Porque si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? ...Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen?” (Lucas 6:32-33). Jesús enseñó que seguirlo implicaría la realidad de amar incluso a aquellos que inevitablemente serían antagónicos a su mensaje. La cultura contemporánea a menudo afirma sentirse ofendida por el mensaje del Evangelio sobre el pecado y el arrepentimiento. Un cristiano en crecimiento sabrá que no es amor genuino evitar el riesgo de desagradar a las personas y, por lo tanto, optar por estar de acuerdo. Crecer en “la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador” significa comunicar su verdad eterna mientras se demuestra con valentía un cuidado genuino por las personas. Amar a las personas significará desearles todo lo mejor de Dios, y un cristiano en crecimiento estará valientemente “hablando la verdad en amor” (Ef. 4:15).
Como se ha señalado, las distracciones abundan en esta era babilónico-electrónica y no van a desaparecer. Por lo tanto, el crecimiento en la fe cristiana debe ocurrir en este contexto contemporáneo. Aunque los medios electrónicos de engaño son ahora rampantes, una fe cristiana en crecimiento continuará proporcionando una realización aspiracional y no será “zarandeada... por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Ef. 4:14). La Buena Nueva de la gracia continuará siendo el antídoto para el pecado y el quebrantamiento de la humanidad, y los cristianos en crecimiento serán cada vez más conscientes de ser “la sal de la tierra” (Mt. 5:13).