El gran dilema del púlpito: ¿cómo abordan los pastores hispanos la política de inmigración?

La comunidad evangélica hispana se ha convertido en una fuerza vital en el paisaje religioso de Estados Unidos. Sin embargo, su rápido crecimiento trae consigo un complejo desafío para sus líderes: ¿cómo equilibrar los principios bíblicos de la justicia social y el cuidado del extranjero, con las posturas políticas a menudo polarizadas sobre la inmigración?
La mayoría de los pastores de congregaciones hispanas, el 80% de ellos, son inmigrantes de primera generación, según un informe de Lifeway Research.
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Esto significa que comprenden íntimamente las realidades de la vida indocumentada y las familias separadas. De hecho, cerca de tres cuartas partes (75%) de las iglesias hispanas encuestadas por Lifeway dicen haber servido activamente a los nuevos inmigrantes en su comunidad en el último año, mostrando un fuerte compromiso con el mandato bíblico de acoger al forastero.
El dilema se agudiza cuando el debate político se intensifica. Un sondeo reciente, del que se hizo eco Associated Press, destacó que muchos evangélicos hispanos se sienten divididos: por un lado, se identifican con los valores conservadores en temas sociales como el aborto y la familia; por otro, rechazan la retórica dura y las políticas migratorias que afectan a sus propios feligreses.
“Como líderes, nos encontramos en una cuerda floja”, explica el Reverendo Arturo Laguna, quien pastorea una iglesia en Arizona. “Jesús no es demócrata ni republicano. Tenemos que defender la vida desde el vientre, sí, pero también debemos defender al que está en la cárcel o al que es separado de su familia. Nuestro púlpito debe reflejar todo el Evangelio”.
El reto de pastorear a la “segunda generación” de inmigrantes, hijos nacidos en EE.UU. que manejan el inglés y la cultura americana, también añade una capa de complejidad. Las iglesias deben ministrar a familias con estatus migratorios mixtos, donde los padres pueden ser indocumentados y sus hijos ciudadanos.
“La gente no viene a la iglesia a escuchar un debate de CNN, sino a encontrar esperanza”, dice el pastor Daniel Flores, cuya iglesia en Carolina del Norte ha trabajado para ayudar a los inmigrantes a obtener identificaciones comunitarias.
“Votar con fe es votar por esa persona que va a beneficiar mis principios y a mi comunidad. Y en toda la Biblia se nos exhorta a cuidar al inmigrante, eso es un principio fundamental de la fe evangélica”.
En medio de este ambiente la iglesia evangélica hispana no solo está creciendo, sino que está forjando su propia identidad política, una que está arraigada en la fe y marcada por la experiencia migratoria.
El desafío para los pastores es seguir siendo un faro de la Palabra en un mundo polarizado, sirviendo a una congregación que es profundamente americana, pero con profundas raíces en el extranjero.