Ministerios evangélicos hispanos llevan esperanza a los trabajadores agrícolas

En los vastos campos agrícolas de California, Texas y Florida, un tipo de ministerio silencioso y vital está floreciendo. Alejados de las grandes iglesias urbanas, pastores y voluntarios de la comunidad evangélica hispana se están movilizando para ofrecer apoyo espiritual, emocional y físico a los trabajadores agrícolas, una población a menudo olvidada, vulnerable y con una fe profunda.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), más del 70 % de los trabajadores agrícolas del país son de origen latino, y una gran proporción proviene de comunidades con raíces cristianas evangélicas. Sin embargo, su vida transcurre lejos del reconocimiento público y en medio de duras condiciones de trabajo, bajos salarios y aislamiento social.
[Estamos en WhatsApp. Empieza a seguirnos ahora]
Un reciente artículo de The Washington Post destacó el papel crucial de los líderes religiosos que buscan a los trabajadores en sus comunidades, ofreciendo no solo sermones, sino también ayuda práctica. Estos ministros, muchos de ellos inmigrantes, entienden de primera mano los desafíos que enfrentan los jornaleros: la dureza del trabajo, la inestabilidad migratoria y la distancia con sus familias.
“Para muchos de ellos, el campo es su hogar y el trabajo es su vida. Sienten que Dios los ha olvidado”, dice el pastor Marcos Valdéz, quien dirige una iglesia móvil en el Valle Central de California. “Nuestro trabajo es recordarles que Dios los ve, los ama, y tiene un propósito para sus vidas. A veces, eso significa predicar la Palabra en el campo; otras veces, simplemente darles agua fresca o un par de zapatos nuevos”.
“La labor espiritual en el campo no es solo asistencia, es acompañamiento”, explica José Méndez, coordinador del ministerio Iglesia en el Campo en Texas, que trabaja con más de 300 familias de jornaleros cada año. “Cada oración, cada visita, les recuerda que no están solos”.
El compromiso de la iglesia con los trabajadores agrícolas no es nuevo, pero ha cobrado una nueva urgencia a medida que la necesidad aumenta. Un informe del National Center for Farmworker Health señala que la salud mental de los trabajadores agrícolas se ha visto afectada por la constante presión económica y las largas jornadas.
“Cuando el pastor llega, sentimos que alguien se acuerda de nosotros”, dice Luis Herrera, trabajador guatemalteco en los campos de tomate de Immokalee, Florida. “Nos trae oración, pero también esperanza”.
“La iglesia debe ser la primera en responder a las necesidades de los más vulnerables”, afirma la misionera Ana García, quien ha servido a esta comunidad por más de una década. “La fe de estos hermanos es tan fuerte que, a pesar de las dificultades, siguen orando, alabando y agradeciendo. Son un ejemplo para todos nosotros”.
Estos ministerios representan la esencia de la misión integral: llevar el evangelio no solo en palabras, sino en hechos concretos de amor, justicia y compasión hacia quienes más lo necesitan.
Con el apoyo de iglesias locales y redes nacionales, los ministerios de campo se están expandiendo hacia otros estados agrícolas como Carolina del Norte y Washington, mostrando que el evangelio puede florecer incluso bajo el sol más intenso.
En los campos de los Estados Unidos, lejos de los reflectores, la fe evangélica hispana demuestra su poder no solo en los grandes eventos y conferencias, sino en el servicio diario y tangible a aquellos que alimentan a la nación con el sudor de su frente. Para estos pastores y voluntarios, la iglesia no es un edificio, sino una misión que se lleva con los pies, allí donde la cosecha es abundante tanto en fruto como en almas.